Publicado el lunes, 23 de diciembre del 2013. Mabel Iam
La fuerza vital está regida por los instintos más primarios del ser humano y se relaciona directamente con las necesidades sexuales de cualquier individuo. Cuando esta fuerza sexual se reprime, encontramos insatisfechos desde los simples placeres del juego erótico hasta los deseos libidinosos más profundos.
A través de los tiempos los condicionamientos culturales han influenciando a hombres y mujeres sobre la conducta que deben asumir en su relación con el sexo. Los hombres, por lo general, son educados en todos los aspectos del erotismo y la vida sexual en forma abierta. En cambio, a muchas mujeres se les enseña a evitar el tema de la sexualidad y lo relacionado con el sexo provoca temor y culpabilidad. Estas creencias erróneas asocian a la masculinidad con la dureza, la violencia, el tomar la iniciativa en una relación y no darle lugar a la emoción. Por otra parte la feminidad está equivacadamente asociada a la pasividad, la debilidad y la sumisión sexual.
Por lo tanto, el hombre o la mujer que no responde a estos cánones son descalificados en cuanto a su identidad sexual (a los hombres se los acusa de “finos“, “raros” o “afeminados”, y a las mujeres de “varoniles” o extrañas).
La energía femenina y masculina
Psicológicamente, dentro de hombre existe la energía femenina y dentro de cada mujer exsite la energía masculina. El varón y la hembra tienen mucho el uno del otro.
La energía femenina representa la capacidad de entregarse al otro. La esencia de lo femenino, tanto en hombres como en mujeres es poder sentir ternura, protección, recibir amor. Lo femenino es la capacidad de contener sin miedo al otro. Cuando esta energía es aceptada el corazón estalla de felicidad y las emociones amorosas se demuestran abiertamente.
La energía masculina representa la acción, la potencia, la fuerza, la razón, la penetración, básicamente la determinación. Esta energía es la más aceptada por la sociedad tan competitiva, tanto por mujeres como por hombres que rechazan la pasividad y la contemplación.
Cuando un hombre se identifica con su parte masculina y niega su parte femenina, bloquea la parte bella y tierna que lleva dentro de sí. Rechaza su capacidad de recibir amor y cuidados por parte de su pareja.
Si una mujer bloquea su parte femenina y se identifica con su zona masculina aparece la bestia devoradora interior que no le permite gozar sexualmente. La mujer comienza a sentir insatisfacción, estrés, agotamiento físico y nervioso, y un sentimiento de gran vacío en su vida al no poder concretar una relación erótica o afectiva.
Podemos observar el lado oscuro del sexo cuando de alguno de los dos individuos en una pareja se apodera una súbita pasión, un deseo erótico compulsivo, una necesidad obsesiva, instintiva y destructiva. Entonces en este caso seguramente la energía femenina no está en esa relación.
A través de los tiempos los condicionamientos culturales han influenciando a hombres y mujeres sobre la conducta que deben asumir en su relación con el sexo. Los hombres, por lo general, son educados en todos los aspectos del erotismo y la vida sexual en forma abierta. En cambio, a muchas mujeres se les enseña a evitar el tema de la sexualidad y lo relacionado con el sexo provoca temor y culpabilidad. Estas creencias erróneas asocian a la masculinidad con la dureza, la violencia, el tomar la iniciativa en una relación y no darle lugar a la emoción. Por otra parte la feminidad está equivacadamente asociada a la pasividad, la debilidad y la sumisión sexual.
Por lo tanto, el hombre o la mujer que no responde a estos cánones son descalificados en cuanto a su identidad sexual (a los hombres se los acusa de “finos“, “raros” o “afeminados”, y a las mujeres de “varoniles” o extrañas).
La energía femenina y masculina
Psicológicamente, dentro de hombre existe la energía femenina y dentro de cada mujer exsite la energía masculina. El varón y la hembra tienen mucho el uno del otro.
La energía femenina representa la capacidad de entregarse al otro. La esencia de lo femenino, tanto en hombres como en mujeres es poder sentir ternura, protección, recibir amor. Lo femenino es la capacidad de contener sin miedo al otro. Cuando esta energía es aceptada el corazón estalla de felicidad y las emociones amorosas se demuestran abiertamente.
La energía masculina representa la acción, la potencia, la fuerza, la razón, la penetración, básicamente la determinación. Esta energía es la más aceptada por la sociedad tan competitiva, tanto por mujeres como por hombres que rechazan la pasividad y la contemplación.
Cuando un hombre se identifica con su parte masculina y niega su parte femenina, bloquea la parte bella y tierna que lleva dentro de sí. Rechaza su capacidad de recibir amor y cuidados por parte de su pareja.
Si una mujer bloquea su parte femenina y se identifica con su zona masculina aparece la bestia devoradora interior que no le permite gozar sexualmente. La mujer comienza a sentir insatisfacción, estrés, agotamiento físico y nervioso, y un sentimiento de gran vacío en su vida al no poder concretar una relación erótica o afectiva.
Podemos observar el lado oscuro del sexo cuando de alguno de los dos individuos en una pareja se apodera una súbita pasión, un deseo erótico compulsivo, una necesidad obsesiva, instintiva y destructiva. Entonces en este caso seguramente la energía femenina no está en esa relación.
Mabel Iam Iam@mabeliam.com www.mabeliam.com
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