Thursday, January 21, 2016

MITRAL VALVE STENOSIS (my class notes)


MITRAL STENOSIS

Classic M-mode findings for Mitral Stenosis:

v Thickened mitral valve leaflets

v Decreased mitral valve E-F slope

v Anterior motion of the posterior mitral valve leaflet













Two dimensional echo finding for rheumatic MV stenosis:

v Hockey-stick appearance of the anterior mitral valve leaflet

v Increase left Atrial dimension

v Thickened MV leaflets and subvalvular apparatus

Other Two dimensional echo/Doppler finding include:

v D-shaped left ventricle

v Left Atrial thrombus

v Abnormal interventricular septal wall motion

v Increase right heart dimension

v Increased TV regurgitation jet velocity

v Increased E velocity

v Increased Pressure half-time

v Turbulent flow

MVA:  Severe stenosis = less than 1.0 cm2

            Moderate           = 1.1 to 1.5 cm2

            Mild stenosis     = 1.6 to 2.5 cm2

Normal MVA = 4 to 6 cm2

MVA (cm2) = 220/PHT (msec)

The abnormal range for PHT in patient with MV stenosis is 90 to 400 msec. MV stenosis is considered severe when PHT is 220 msec or longer.

PHT (msec) = Deceleration Time x 0.29

Mean Pressure gradient (tracing CW Doppler spectral wave form)

v Severe stenosis = more than 10 mmHg

v Moderate           = 4 to 10 mmHg

v Mild stenosis     = less than 4 mmHg

SEVERE MITRAL VALVE STENOSIS:

Ø MEAN PRESSURE GRADIENT MORE THAN 10 mmHg

Ø MITRAL VALVE AREA LESSN THAN 1.0 cm2

Ø PRESSURE HALF TIME MORE THAN 220 msec

 

Thursday, July 9, 2015

MANEJO DEL SINDROME DE DIFICULTAD RESPIRATORIA

 
Recientemente se han producido cambios en el manejo del síndrome de dificultad respiratoria aguda. El presente trabajo brinda una revisión acerca de la nueva definición propuesta para esta enfermedad y de los hallazgos clave respecto de distintas estrategias terapéuticas evaluadas en los últimos años.

   
Autor: Duggal A, Mireles-Cabodevila E, Krishnan S, Arroliga A Cleveland Clinic Journal of Medicine 81(11): 683-690, Nov 2014

Introducción
El síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) se caracteriza por la presencia de daño en la arquitectura alveolar, hipoxemia grave y opacidades parenquimatosas bilaterales. Los avances en la comprensión de la fisiopatología de este síndrome han derivado en modificaciones en el diagnóstico y en el manejo de la enfermedad.
En las últimas dos décadas, el bajo volumen corriente, la presión positiva al final de la espiración (PEEP, Positive End-Expiratory Pressure) y la restricción de líquidos se han convertido en las terapias de elección. El enfoque multidisciplinario también ha introducido cambios en el manejo del SDRA, que incluyen el uso de sedantes específicos, la movilización temprana y distintos protocolos para la interrupción de la ventilación mecánica.
           
El objetivo del presente trabajo fue llevar a cabo una revisión de los principales artículos publicados sobre el SDRA en los 5 últimos años, en los cuales se debate una nueva definición para la enfermedad y las distintas terapias, con ventilación mecánica o sin ella, que han tenido reciente repercusión sobre el manejo de los pacientes.

Una nueva definición
En 1994, la Conferencia del Consenso Americano-Europeo elaboró una definición para el SDRA sobre la cual se basaron todos los ensayos clínicos y observacionales llevados a cabo durante los últimos 20 años. Sin embargo, esta definición fue considerada como limitada en términos de confiabilidad y validez. Es por eso por lo que en 2011, la Fuerza de Tareas para la Definición del SDRA actualizó la definición con el fin de mejorar su viabilidad, confiabilidad y validez en la predicción de resultados. Aunque esta nueva definición, conocida como definición de Berlín, no difiere significativamente de la anterior, logra definir los criterios con mayor especificidad. Estos criterios son:
        
1) Opacidades bilaterales en la radiografía de tórax o en la tomografía computarizada, las cuales no pueden ser explicadas por la presencia de nódulos, atelectasias o derrame pleural.

2) Nuevos síntomas respiratorios, empeoramiento de los ya presentes, o evento clínico asociado con SDRA dentro de los 7 días del diagnóstico.

3) Evaluación objetiva de la función cardíaca (por ejemplo, mediante ecocardiograma) a fin de excluir edema pulmonar cardiogénico.

4) Hipoxemia con una presión parcial de oxígeno arterial dividido por el porcentaje de oxígeno inspirado (relación PaO2/FiO2) de 300 mm Hg o menos a pesar de la ventilación mecánica con PEEP o de una presión positiva continua en la vía aérea (CPAP, Continuous Positive Airway Pressure) de al menos 5 cm H2O.

Asimismo, la nueva definición clasifica la gravedad de la enfermedad según el grado de hipoxemia, es decir, según la relación PaO2/FiO2, en tres categorías: leve (relación PaO2/FiO2 > 200 y < 300 mm Hg), moderada (relación PaO2/FiO2 > 100 y < 200 mm Hg) y grave (relación PaO2/FiO2 < 100 mm Hg).

La Fuerza de Tareas evaluó la confiabilidad y validez de la definición de Berlín en un metanálisis que incluyó a 4 400 pacientes y en el que se demostró que la nueva definición logra predecir el riesgo de mortalidad mejor que la definición anterior. No obstante, si bien la nueva definición ha logrado subsanar algunas de las limitaciones de la más antigua, aún debe ser validada en la práctica clínica, especialmente en relación con su capacidad de predecir la mortalidad.

Estrategias de soporte ventilatorio en el SDRA
La ventilación mecánica en posición prona ha sido descripta hace casi 30 años, pero su uso ha sido inconstante en la práctica clínica. Si bien los resultados respecto de este tipo de terapia han sido contradictorios, algunos metanálisis han sugerido que podría ser beneficiosa en pacientes con SDRA grave.

En consecuencia, se llevó a cabo el estudio PROSEVA (Proning Severe ARDS Patients study), ensayo aleatorizado y controlado diseñado para determinar si la ventilación mecánica en posición prona es capaz de mejorar los resultados en pacientes con SDRA grave. Del estudio participaron 466 pacientes de España e Italia con SDRA grave, los cuales fueron colocados en posición prona por al menos 16 horas o fueron dejados en posición supina luego de 12 a 24 horas de ventilación mecánica convencional inicial.
La tasa de mortalidad a 28 días fue del 16.0% para el grupo en posición prona comparado con un 32.8% para el grupo en posición supina. La tasa de mortalidad a 90 días también resultó ser más baja en el primer grupo. Asimismo, la ventilación en posición prona obtuvo una tasa más elevada de extubación exitosa y no se vio asociada con una mayor incidencia de complicaciones.
En conclusión, el uso temprano y prolongado de la ventilación mecánica en posición prona mejoró significativamente las tasas de mortalidad en pacientes con SDRA grave. Los hallazgos del mencionado estudio han convertido a este tipo de ventilación en una de las estrategias posibles para el manejo de pacientes con SDRA grave.

Por otra parte, estudios observacionales y experimentales han sugerido que la ventilación de alta frecuencia oscilatoria (VAFO) es superior a la ventilación mecánica convencional en pacientes con SDRA. No obstante, la ausencia de protocolos definidos y la falta de aval científico de alta calidad que justifique su uso han limitado su aplicación en la práctica clínica. En los últimos años, la aceptación de la VAFO ha ido en aumento debido a los resultados prometedores informados en algunos ensayos clínicos preliminares. Por lo tanto, se diseñaron dos estudios, uno en Canadá y otro en el Reino Unido, con el fin de comparar la VAFO con la ventilación mecánica convencional en pacientes con SDRA.

El estudio OSCAR (Oscillation in ARDS study) incluyó a 795 pacientes que fueron distribuidos aleatoriamente para recibir VAFO o ventilación convencional. De acuerdo con los resultados de este estudio, no se hallaron diferencias significativas en la tasa de mortalidad en cuidados intensivos, en la tasa de mortalidad durante la internación o en la de mortalidad a 30 días.
La duración de la ventilación mecánica fue similar en ambos grupos, al igual que el uso de drogas vasoactivas y antibióticos. Sin embargo, el uso de sedantes y bloqueantes neuromusculares fue más frecuente y prolongado en el grupo que recibió VAFO, comparado con el otro grupo. En conclusión, el ensayo no logró demostrar ningún beneficio del uso de la VAFO para el manejo del SDRA en la práctica clínica.
El estudio OSCILLATE (Oscillation for Acute Respiratory Distress Syndrome Treated Early study) evaluó la eficacia y seguridad de la VAFO para el tratamiento del SDRA moderado a grave de comienzo temprano. Del ensayo participaron 548 pacientes distribuidos aleatoriamente para recibir VAFO o ventilación mecánica convencional.
El estudio debió ser interrumpido tempranamente luego de que un análisis provisional hallara que la VAFO podía ser perjudicial. La tasa de mortalidad durante la internación fue del 47% para el grupo con VAFO y del 35% para el grupo control. A su vez, el primer grupo recibió más vasopresores, sedantes y bloqueantes neuromusculares que el segundo. Como conclusión, los autores informaron que la VAFO resultó ser perjudicial para el manejo del SDRA en la práctica clínica.

Los resultados de los estudios OSCAR y OSCILLATE hicieron que mermara el entusiasmo por el uso de la VAFO en el SDRA. Aunque se ha postulado que el tipo de protocolo implementado, más que la técnica en sí misma, podría ser responsable por los malos resultados, hasta el momento no hay nada que avale su uso de rutina en la práctica clínica. Hacen falta más estudios para definir si la VAFO sigue siendo una alternativa válida como terapia de rescate.
Por último, se ha planteado si la oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO, Extracorporeal Membrane Oxygenation) podría ser una opción viable en el SDRA. Esta técnica utiliza una tecnología de bypass cardiopulmonar a fin de brindar el intercambio gaseoso, y se emplea en pacientes con hipoxemia grave para asegurar una adecuada oxigenación y ventilación. Si bien los primeros resultados del uso de ECMO en pacientes con SDRA no han sido muy alentadores, las mejoras tecnológicas implementadas últimamente en esta técnica han llevado a un incremento en su aceptación.

El estudio CESAR (Conventional Ventilatory Support Versus Extracorporeal Membrane Oxygenation for Severe Adult Respiratory Failure trial) se llevó a cabo en Inglaterra con el fin de evaluar la seguridad, eficacia y costo-efectividad de la ECMO en el manejo del SDRA grave. Un total de 180 pacientes con SDRA grave fueron distribuidos aleatoriamente para recibir ECMO o tratamiento convencional.
El criterio principal de valoración, es decir, la mortalidad o incapacidad grave a los 6 meses, ocurrió en el 37% de los pacientes del grupo que recibió ECMO y en el 53% de los del grupo convencional. Aunque sobrevivió un mayor número de pacientes del primer grupo, la diferencia no fue estadísticamente significativa. Asimismo, la duración de la hospitalización y los costos fueron significativamente mayores en el grupo que recibió ECMO. De todos modos, los autores concluyen que la ECMO parece mejorar las tasas de supervivencia en pacientes con SDRA por lo que señalan que, a medida que mejore la tecnología y se incremente la experiencia, esta técnica irá ganando aceptación como terapia para el SDRA grave.

Farmacoterapia en el SDRA
Una gran variedad de drogas ha sido estudiada en pacientes con SDRA; no obstante, la farmacoterapia efectiva aún sigue siendo extremadamente limitada para esta enfermedad.

Se sabe que la ventilación mecánica produce lesiones en el parénquima pulmonar, las cuales pueden exacerbarse debido a la asincronía respiratoria que se observa en los pacientes sometidos a este tipo de terapia. Teóricamente, los bloqueantes neuromusculares podrían minimizar la asincronía respiratoria, lo que brindaría un mejor control del volumen corriente en pacientes con SDRA y reduciría las lesiones asociadas con la ventilación mecánica. También se ha sugerido que el cisatracurium, un bloqueante neuromuscular, tendría un efecto directo sobre el nivel de inflamación pulmonar en pacientes con SDRA.

El estudio ACURASYS (ARDS et Curarisation Systématique) fue un ensayo aleatorizado que incluyó a 340 pacientes sometidos a ventilación mecánica por SDRA grave, cuyo objetivo consistió en evaluar el efecto del bloqueo neuromuscular dentro de las primeras 48 horas en dicha población. Los participantes fueron divididos aleatoriamente en dos grupos; un grupo recibió una infusión continua de cisatracurium por 48 horas, mientras que el otro recibió placebo. De acuerdo con los resultados del estudio, la tasa de mortalidad a 90 días fue más baja en el grupo que recibió el fármaco. La tasa de paresia adquirida en la unidad de cuidados intensivos no difirió significativamente entre los grupos.
En conclusión, la administración del bloqueante neuromuscular mejoró la tasa de supervivencia, aumentó el tiempo sin necesidad de ventilación mecánica y no incrementó el nivel de debilidad muscular. Si bien estos resultados aún deben ser interpretados con cautela, el cisatracurium parece ser un tratamiento promisorio para el SDRA moderado a grave, por lo que amerita ser investigado en ensayos controlados y aleatorizados más amplios a fin de confirmar estos hallazgos.

Otras drogas han sido estudiadas en pacientes con SDRA, entre las que se incluyen agonistas beta, estatinas, suplementos nutricionales, corticoesteroides, N-acetilcisteína y surfactante. En ningún caso se han hallado resultados satisfactorios. De hecho, un reciente estudio con salbutamol intravenoso en pacientes con SDRA ha debido interrumpirse en forma precoz dada la elevada incidencia de arritmias y acidosis láctica asociadas con la droga. Este hecho reafirma la necesidad de considerar cuidadosamente la farmacoterapia en enfermos críticos, así como de evaluar los efectos perjudiciales potenciales antes de introducir el uso de drogas en la práctica clínica.

Conclusión
El SDRA continúa siendo un desafío, tanto en su diagnóstico como en su tratamiento. La nueva definición de la enfermedad permite clasificar su gravedad según el grado de oxigenación del paciente. La ventilación mecánica en posición prona y el bloqueo neuromuscular utilizados en forma temprana en casos de SDRA moderado a grave han obtenido resultados prometedores, aunque aún quedan dudas sobre su aplicación en enfermos críticos. La VAFO no es recomendada como terapia primaria para el SDRA, pero podría ser considerada como terapia de rescate en pacientes con hipoxemia refractaria. También la ECMO podría considerarse una opción en casos de hipoxemia refractaria.

♦ SIIC - Sociedad Iberoamericana de Información Científica
Retrieved from: http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=87084&uid=817594&fuente=inews

Friday, April 3, 2015

DILATED CARDIOMYOPATHY


 
Cardiomyopathy is a term that literally meaning “an ailment of the heart”, used to describe a group of diseases affecting the myocardium, which in response to injury, may undergo dilation or hypertrophy, according to Damjanov (2012),. They are a heterogeneous group of entities affecting the myocardium primarily and not associated with the major causes of cardiac disease, there is now a general agreement on a classification based upon general features of presentation and pathophysiology.  Cardiomyopathy is divided into three forms: Dilated Cardiomyopathy, Hypertrophy Cardiomyopathy, and Restrictive Cardiomyopathy.

Dilated Cardiomyopathy (90% of cases) is considered the most common cardiomyopathy (Le, Bhushan, & Grimm, 2009), also is the third most common cause of heart failure and the most frequent reason for heart transplantation.

It is considered a progressive disease of heart muscle, in which the ventricle are markedly dilated and the heart appears to have a myocardium that is either flabby or thinned and that has been partially replaced  by fibrous tissue, bringing as a  result ventricular chamber enlargement and contractile dysfunction with normal left ventricle wall thickness, the right ventricle may also be dilated (Goswami, 2014). Usually present with symptoms and signs of congestive heart failure, the initial presentation may be severe biventricular failure, accompanied by chest pain and palpitation,  (Tierney, McPhee, & Papadakis, 2005), in the physical examination we find low blood pressure, pulsus alterns, peripheral cyanosis, tachypnea, diffuse apical beat displaced inferolateral and diminished in force, irregularly irregular pulse, as mentioned by Reynolds (2013).

 

Dilated Cardiomyopathy has many causes, but finding a specific cause for an individual case may be difficult, especially as explain Goswami (2014) in patients with multiple risk factors. In many cases (50 % ) of Dilated cardiomyopathy, the cause remains unexplained or idiopathic (Reynolds, 2013). However, some idiopathic causes may result from failure to identify known causes such as infection or toxins, almost a third of cases may result from severe ethanol abuse.

Other causes include:

Genetics, secondary to other cardiovascular diseases, infections, metabolic disorders, nutritional, collagen vascular disease, infiltrative, neuromuscular diseases, primary cardiac tumor, peripartum, and immunologic conditions.

To establish the diagnosis of cardiomyopathy, we must perform a series of complementary studies such as Complete blood count, Metabolic panel, Thyroid function tests, Cardiac biomarkers, B-type natriuretic peptide assay, Chest radiography, Echocardiography, Cardiac magnetic resonance imaging (MRI), and Electrocardiography (ECG) .

As explained by Reynolds (2013) four chamber dilation, decreased global left ventricular systolic and diastolic function, increased left ventricular volumes and left ventricular mass index, with eccentric left ventricular hypertrophy and usually small pericardial effusion are general echocardiographic findings.

Finally the treatment of Dilated cardiomyopathy is essentially the same as treatment of chronic heart failure like a complex clinical syndrome for which many treatment modalities have emerged.

 

Bibliography



Damjanov, I. (2012). Pathology for the Health Professions. Missouri: ELSEVIER Saunders.

Goswami, V. J. (2014, Oct 6). Medscape. Retrieved from emedicine.medscape.com: http://emedicine.medscape.com/article/152696-overview

Le, T., Bhushan, V., & Grimm, L. (2009). FIRST AID for the USMLE step 1. USA: McGraw Hill.

medscape.com. (n.d.). Retrieved from Dilated Cardiomyphaty.

Reynolds, T. (2013). the Echocardiographer's Pocket Reference. Phoenix: Arizona Foundation.

Tierney, L. M., McPhee, S. J., & Papadakis, M. A. (2005). CURRENT Medical Diagnosis & Treatment. New York: McGraw Hill.

TRICUSPID REGURGITATION


           
         
Tricuspid Valve as described by Alexander, Schlant, & Fuster (1998) is a complex structure made up of six major anatomic components such as right atrial wall, annulus, three leaflets, chordae tendineae, papillary muscles, and the right ventricular free wall. The three leaflets are named anterior, posterior, and septal.

            Tricuspid Regurgitation (TR) is a disorder in which this valve doesn’t close tight enough resulting in blood to flow backward into the right upper heart chamber when right ventricle contracts, my be acute, chronic or intermittent.

            This disorder may result from structural alterations of any or all of the components of the valve apparatus. According to Mancini (2014), the lesion may be classified as primary when the Tricuspid Regurgitation is caused by an intrinsic abnormality of the valve structure, or secondary when it is caused by right ventricular dilatation. Most of the TR are functional (primary) and secondary of association with severe mitral valve disease, which triggers a marked dilation of the right ventricle, tricuspid ring, and dysfunction of the subvalvular apparatus due to hypertension. As an isolated lesion, is relatively common and caused by infectious endocarditis, preferably between drugs addicts; other possible causes are Ebstein’s disease, atrial septal defect, carcinoid heart disease, and thoracic trauma with papillary muscle rupture (Roca Goderich, 2002).

            Usually well tolerated in the absence of pulmonary hypertension as described Roca Goderich (2002), when the TR is important symptoms like fatigue or asthenia appear, which are related to the decrease of the cardiac output, other symptoms can be edema, hepatomegaly, abdominal distension, jugular venous distension, weight loss, cachexia, cyanosis, jaundice.

            Color Flow Doppler echocardiography is a mainstay for evaluation of TR, other studies are also used: Chest radiography, serum chemistry, ECG, Cardiac catheterization. (Mancini, 2014).

            Doppler techniques are used to directly visualize regurgitation jets, measure the flow velocities of the regurgitate jets, and accurately estimate right ventricular systolic pressure. In trivial to mild TR, the jet is central and narrow, when it progress to severe the width increases as does the penetration of the jet into the right atrium.

            Other possible findings include: Prolapse of the TV, endocarditis, rheumatic heart disease, or Ebstein anomaly, right ventricle dilated, paradoxical motion of the ventricular septum. Using pulsed wave and continuous wave Doppler, right ventricular and pulmonary arterial systolic pressure can be estimated  by measuring the peak regurgitant flow velocity across the tricuspid valve, converting it to a pressure gradient by use of the modified Bernoulli equation, and then adding the gradient to an estimate of the right atrial pressure as mentioned by Ha, Chung, Jang, & Rim, (2000).

            The TR itself does not require intervention; depending on the etiology and severity of tricuspid regurgitation, treatment may involve medication when the TR is secondary to left side heart failure, mild TR associated with mitral valve disease and pulmonary hypertension; or surgical repair or replacement of the valve in cases like Ebstein anomaly, destruction of the valve by bacterial endocarditis, and severe ventricular dilation that is uncontrolled with medical therapy.

 

 


Bibliography



Alexander, R. W., Schlant, R. C., & Fuster, V. (1998). Hurst's The Heart. United States: Mc-Graw Hill.

Ha, J., Chung, N., Jang, Y., & Rim, S. (2000). Tricusp Stenosis and regurgitation: Doppler and color flow achocardiography and cardiac catheterization findings. Clin Cardiol, ;23(1):51-2.

Mancini, M. C. (2014, Jun 2). emedicine.medscape.com. Retrieved from Medscape: http://emedicine.medscape.com/article/158484-overview#a0101

Roca Goderich, R. (2002). Temas de Medicina Interna. La Habana: Ecimed.


Thursday, December 11, 2014

EFFECT OF SUGAR ON INFLAMMATION


Inflammation is a response triggered by damage to living tissues (Encyclopedia Britannica, Inc, 2014), the inflammatory response is a defense mechanism that evolved in higher organisms to protect them from infection and injury.

The injury can be cause by chemical agents, physical forces, living microbes or many other physiologic or pathologic stimuli that disturb the normal steady state as defined by Damjanov (2012), who insists that inflammation occurs only in multicellular organisms that are capable of mountaing a neurovascular and cellular response to injury.

Recent research suggests tha inflammation inside the body plays a role in the development of Type 2 Diabetes. In this condition, the body can’t produce enough insuline or the bodies can’t use the insuline adequately due of insuline resistence (Tierney, McPhee, & Papadakis, 2005).

In a normal condition, when the blood sugar rise rapidly, after some food, the pancreas secretes insulin whose primary purpose is to drive sugar into each cells where it is stored for energy. If the cells is full, it is rejected, them blood sugar rise again producing more insuline and the glucose converts to stored fat, as Dr Lundell (2012) explain, the extra sugar molecules attach to a variety of proteins that in turn injure the blood vassels wall and set off the inflammation.

In the other hand, inflammation is induced by chemical mediator produced by damage host cells, such as Cytokines (Beck, 2014) and others, the bolus of blood sugar that accompanies a meals or snack of highly refined carbohydrates like bread, white rice, French fries, sugar laden soda, increases levels of this inflammatory messenger (President & Fellows of Harvard College, 2007). Researchers discovered that in people with type 2 diabetes, cytokine levels are elevated inside fat tissue, causing low levels of abnormal inflammation that alter the action of insulin and contribute to development of the disease (Nazario, 2012) the body becomes less sensitive to insulin and the resulting insulin resistance also leads to inflammation. A vicious cycle can result, with more inflammation causing more insulin resistance and vice versa.

Spranger, et al.(2002) evaluated the effects of various inflamatory cytokines on the risk of type 2 diabetes and they concluded supporting the concept that subclinical activation of the immune system is involved in the pathogenesis of type 2 diabetes, demonstrating in their study that a specific pattern of cytokines was associated with an increased risk of type 2 diabetes, rather than isolated elevation of the respective cytokines.

Finally, although there is no clearly in the pathogenic mechanism, several studies demonstrating the association between elevated blood sugar levels, inflammation and diabetes mellitus, we are only in the beginning to understand the role of this form of internal inflammation may play in the development of chronic diseases like diabetes and vice versa.
Bibliography
Beck, S. (2014, 11 10). hopkinsmedicine.org. Retrieved from Acute and Chronic inflamation: https://www.google.com/?gws_rd=ssl#q=sarah+beck+acute+inflammation
Danjanov, I. (2012). Pathologic fro the Health Professions. ELSEVIER.
Encyclopedia Britannica, Inc. (2014, April 11). www.britannica.com. Retrieved from Encyclopaedia Britannica: http://www.britannica.com/EBchecked/topic/287677/inflammation
Lundell, D. (2012, Mar 1). www.sott.net. Retrieved from Heart Surgeon speaks out on what really causes heart disease: http://www.sott.net/article/242516
Nazario, B. (2012, Aug 10). www.wedMD.com. Retrieved from http://www.wedmd.com/diabetes/guides/inflammation
President & Fellows of Harvard College. (2007, february). www.health.harvard.edu. Retrieved from The Harvard Medical School: http://www.health.harvard.edu/fhg/updates/What-you-eat-can-fuel-or-cool-inflammation-a-key-driver-of-heart-disease-diabetes-and-other-chronic-conditions.shtml
Spranger, J., Kroke, A., Mohlig, M., Hoffmann, K., Bergmann, M., Ristow, M., . . . Pfeiffer, A. (2002, Jul 26). www.diabetes.diabetesjournals.org. Retrieved from American Diabetes Association: http://diabetes.diabetesjournals.org/content/52/3/812.long
Tierney, L. M., McPhee, S. J., & Papadakis, M. A. (2005). CURRENT Medical Diagnosis & Treatment. McGraw Hill.